Relatos Eróticos: La ciruela

Estás en el centro de una cama redonda, tu cuerpo blanco resalta entre el encaje negro de tu ropa interior. Pongo en tus ojos un pedazo de tela negra para que no veas y sólo sientas, tomo una ciruela entre mis dedos y la voy pasando lentamente en tu rostro, me detengo en tus labios y tú jugueteas con tu lengua sin morderla, empiezas a sudar y la ciruela se desliza hacia abajo, recorre tu barbilla. Al llegar a tus senos, la detengo y la empiezo a pasar entre el encaje y tu piel.

Yo te hablo y te digo lo maravillosa que te ves resplandeciendo en medio de la penumbra, meto la ciruela a mi boca y el sudor que hay en ella me hace sentir como si te estuviera mordiendo la piel, sin tocarte la saco de mi boca y empiezo a deslizarla aún más húmeda, hago círculos con ella sobre tus maravillosos senos, me quedo ahí un buen rato solazándome de placer inenarrable. Mientras pienso que el amor es la sangre que me sube a la cabeza.

La ciruela se mueve con vida propia, tus manos arrugan la sabana y no quieres hablar, suspiras y te vas dejando a la sensación de abandono que te arquea el cuerpo sin que tú lo quieras, va rodando entre tus senos y se desliza hacia abajo, resbala poco a poco y se queda haciendo piruetas alrededor de tu ombligo. Ya no rueda, se detiene antes de continuar a la etapa final.

Mis dedos nunca te tocan, sería casi un sacrilegio tocar a mi diosa personal, la ciruela por si sola se empieza a hacer espacio entre tu piel y el satín, hace remolinos con tu sexo, la empapas, la extasías, la purificas; y pugna por entrar a mi boca nuevamente, tengo la sensación de esta vez estarte devorando.

Tomo la ciruela y la exprimo, un poco en tu boca, algo más en tus senos, el resto en tu centro exacto, ahora existe algo entre tu piel y mis dedos, te huelo sé que el fin se acerca. Esta vez devorare la ciruela encima de ti.

Se hace de noche y se prende la luna.

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