Relatos Eróticos: El tanga

Fui observando la estancia donde me encontraba ávidamente, notando en el corazón un gusto desconocido del que no hallaba razón, la calma y la soledad del lugar hicieron que me abandonara en brazos de la imaginación. 
Pude, en el centro del salón, ver a una mujer girando sobre si misma, se la veía tostada por el sol toda ella, el camisón de gasa dejaba adivinar un pecho moreno, terso y suave de excitantes líneas, su espalda levemente arqueada terminaba en unas nalgas pétreas remarcadas por un tanga blanco de tul bordado. Pasé un rato disfrutando de aquello que pronto iba a ser parte de mis deseos, como delante del más precioso de los atardeceres que haya visto, viniéndome a la cabeza unos versos chinos que conocí que decían: 
   
 El varón pertenece al Yang 
    La peculiaridad del Yang  radica 
     En su fácil excitabilidad. 
    Pero también se retira con facilidad 
    La hembra pertenece al Yin. 
    La peculiaridad del Yin, radica en su lenta excitación 
    Pero también se sacia con lentitud. 

Dejé transcurrir el tiempo viéndola dar vueltas alrededor de donde yo me encontraba, rozándome una de las veces con sus labios entreabiertos la correspondí besándola con un roce casi inexistente para en la siguiente pasada unirnos los labios, mis manos acariciaron con suavidad la nuca y el nacimiento de su pelo. Repitiendo estas mismas caricias con la lengua , en  orejas, cuello y cara mientras mis manos acariciaban sus pechos acabando en los pezones que para aquellas estaban erectos. 

Me tumbó, y empezó a succionarme los pechos mordisqueando mis pezones, siguió bajando y mordisqueo la suave piel de mí estomago esto debió ser un largo tiempo, hasta que mi mano bajo para tocar su vello púbico acariciándolo durante largo tiempo, posteriormente separando sus labios busque su clítoris rodeándolo con delicada firmeza, se le escapó un sonido entrecortado a la vez que sus manos rodeaban mi erguido pene, tomé yo la iniciativa incorporándome y deposite su cuerpo sobre la alfombra y empecé a besarle suave y tiernamente su vello, los muslos, su vulva hasta su ano a la vez que con mis manos tocaba sus duros pechos. Mi boca entreabierta se embriagaba con el olor de su piel, lentamente ella cerró sus muslos en torno a mi cuello la puse de pie mientras yo me ponía de rodillas para que sus labios y su clítoris me quedaran a la altura de mi lengua con la cual empecé a acariciar y abrir todos sus pliegues, su color rojizo delataba su excitación, proseguí hacia arriba hasta llegar a su clítoris y con un movimiento suave, firme y circular noté que un dulcísimo liquido fluía de los más profundo como lava ardiente. 
Cuando sus caderas se movieron con movimientos ascendentes presione mi cara contra sus genitales sintiendo una nueva fase en ella,  entonces me volvió a tumbar boca arriba y dejo que ella inserte su vagina en mi pene, sus movimientos, presión y sacudidas las observo sin moverme lo mas mínimo para no interrumpir su orgasmo que no tarda en  producirse notándolo en sus sucesivas convulsiones, la dejo sin hacer más hasta que noto que le ceden durante un buen rato. 


Entonces, rendida ella se tumba a mi lado y aprovecho para acariciarla y abrazarla diciéndole cosas cariñosas, su espalda, nuca, y nalgas son besadas y besadas repetidamente por mí hasta que introduzco mi dedo en su vagina ardiente y húmeda acaricio de nuevo su clítoris y sus labios volviendo a su vagina para humedecer mis dedos sintiendo que aprieta sus muslos la pongo  de espalda contra mi para que note mi pene en su máxima erección mientras mis manos siguen acariciando sus genitales ahora con un poco más de viveza mientras ella coge mi pene y se lo introduce en su vagina notando unas pequeñas contracciones en las paredes de esta y como se ciñe a mi órgano transmitiéndole las convulsiones mientras ella a cogido mi mano y la usa para dar pequeños apretones  en sus pechos el ritmo logra que lleguemos a un orgasmo más o menos coincidente abandonándome en sus sacudidas y balanceos que me hacen entrar en un sopor de placer del cual no logro despertarme hasta transcurrido largo tiempo, despertándome en medio del salón sin saber si todo fue producto de mi imaginación o realidad, en una esquina de la esterilla veo una sensual tanga de tul bordado, tras una sombra que arrastra tras de sí un precioso camisón .  

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